El último Adiós 1

Capítulo 1

Una noche gris y sombría, Tom Kaulitz caminaba con paso lento sobre la blanca nieve que lo cubría todo. Estaba solo, como todas las noches desde que decidió retirarse del mundo que tanto le aclamaba y vivir en ese anonimato que tanto había echado de menos durante los 15 años que Tokio Hotel estuvo en la cresta de la ola.

Si le viera en esos momentos Bill… ¡cuánto había cambiado! Ya no quedaba nada de esas trenzas negras que se hizo con 20 años emulando a su ídolo Sammy Deluxe, ni de la ropa ancha que antes gastaba.

No, en esos momentos llevaba vaqueros ajustados y jersey de cuello alto grueso. El pelo lo llevaba corto, algo rapado a los lados y de su color natural, un rubio que contrastaba con el moreno que a Bill le gustaba aún llevar. Era como si para él el tiempo se hubiera detenido, no parecía que pasaban los años y seguía siendo ese niño de 16 años que disfrutaba tanto cantando.

Pero atrás quedó esa época, y él aún se preguntaba que demonios estaba haciendo a las puertas del antiguo apartamento que había compartido junto a Bill y sus amigos siendo unos niños en busca de un sueño.

Faltaban cinco días para navidad y había recibido una carta con una noticia que nadie jamás se esperaría. La muerte de un ser querido…

Bien era cierto que David Jost nunca le fue de su agrado, y más desde que descubrió que se estaba acostando con Bill. Que fuera gay no le importaba, pero que estuviera con alguien que le doblaba la edad…eso ya era pedir demasiado.

Y en esos momentos estaba muerto. Solo podía dar gracias al cielo de que Bill no estuviera en ese coche que se estrelló a 200 por hora en la autopista. Por fortuna, para él al menos, tras la disolución de Tokio Hotel la pareja formada por Bill y el productor del grupo se disolvió también.

Cada uno tiró por su lado y mientras que David se encargó del nuevo grupo que había saltado a la fama, Bill probó fortuna en la moda. Y le iba realmente bien. No como a él, cansado de ser reconocido fuera donde fuera tomó la drástica decisión de desparecer del planeta…más o menos, claro.

Se deshizo de las trenzas, se cortó y tiñó el pelo y regresó a Loitsche donde él y su hermano se habían criado. Empezó desde cero y encontró trabajo en el taller del pueblo. Le gustaban los coches y solo él podía arreglar el Audi plateado que les regalaran a él y a Bill tras un anuncio publicitario que hicieron para dicha marca.

Aún lo conservaba, y cuando se ponía melancólico se sentaba en el con un par de cervezas, ponía el último disco que Tokio Hotel sacó en la radio, cerraba los ojos y con la dulce voz de Bill retumbando en sus oídos se perdía en sus recuerdos.

Pero no podía vivir de ellos, la vida continuaba y él debía también hacerlo.

Respiró hondo y alzando la mirada estudió el apartamento. Estaba tal y como lo recordaba, era un regalo hecho por la discográfica a los chicos cuando el grupo se disolvió, para que siempre recordaran donde se hizo realidad su sueño. Tampoco les costó deshacerse de el, gracias a los beneficios obtenidos era lo menos que podían hacer.

En esos momentos vivían en el Georg y su familia. Tuvo mucha suerte, su novia de entonces era ahora su radiante esposa y madre de dos gemelos a los que adoraba. Le gustaba hacerles una visita de cuando en cuando, les recordaba mucho a él y a Bill. Siempre peleándose y riéndose de las travesuras que organizaban. Georg jamás los castigaba, dejaba ese papel a Theresa que siempre decía que al final quedaría como la mala y de mayores sus hijos no la querrían.

Bromeaba, al final lograba hacer que Georg se sintiera mal y fuera él quien pusiera un poco de orden en la casa.

Suspiró y sintiendo un escalofrío pensó que ya era hora de ir entrando. Habían bajado las temperaturas y empezado a nevar. Iban a tener unas navidades blancas…y muy frías.

Subió las escaleras y llamó a la puerta. Enseguida escuchó al otro lado risas infantiles y un minuto después el pequeño Tomi Listing le abría la puerta.

— ¡Tío Tom! —exclamó el niño lanzándose a sus brazos.

Le cogió entre ellos y alzó riendo. Estaba recién bañado y desprendía un suave aroma a colonia infantil que tanto le encantaba. Incluso él mismo la usaba…

— ¿Qué me has traído? —preguntó Tomi desde sus brazos.

—Me temo que nada, lo siento—contestó Tom suspirando.

«Esta no es una visita cordial»</I>—pensó con dolor.

Entró del todo en el apartamento antes de que el niño cogiera frío y cerró la puerta tras él. Le dejó en el suelo y enseguida vio a Georg en el marco de la puerta, mirándole con gesto serio.

—Tomi, ve a jugar con Charlie a la habitación—pidió Georg con tono grave.

Tomi asintió de inmediato y esperó a que su hermano mayor saludara al recién llegado y dejaron solos a los adultos.

—Theresa dejó preparada algo de sopa, ¿quieres un poco? —ofreció Georg tras saludar a su amigo con un apretón de manos.

—Sí, gracias—contestó Tom—La noche es fría.

—Lo es—murmuró Georg asintiendo.

Le señaló la cocina, aunque Tom sabía de sobra donde estaba. Se quitó por el camino la cazadora que llevaba y la dejó sobre el respaldo de la silla donde se sentó y esperó a que su amigo le sirviera.

—Theresa tuvo que ir a trabajar—explicó Georg resoplando—No me gusta que salga con este tiempo, y más en su estado.

— ¿Estado? —repitió Tom alzando una ceja.

—Si…te lo íbamos a contar en tu próxima visita, pero como se ha adelantado…en fin, estamos esperando otro hijo—dijo Georg sonriendo con esfuerzo.

— ¡Enhorabuena, tío! —le felicitó Tom imitándole—A ver si es niña esta vez.

—Ojala, Theresa lo desea mucho—dijo Georg mientras le servía la sopa.

Tom la miró suspirando. Estaba helado de frío, una sopa calentita le haría mucho bien. Empezó a tomarla en silencio mientras pensaba en lo afortunado que era su amigo. Productor musical también, como David. Casado con su novia de siempre y cantante de la banda que llevó hasta Tomi y Charlie vinieron al mundo y Theresa se dedicó a su cuidado y luego regresó a los estudios. Los niños contaban ya con 7 años y como Georg trabajaba en casa pasaba más tiempo cuidándolos, así que Theresa estudió la carrera de enfermera y al poco de terminarla empezó a trabajar en un hospital cercano.

—Gustav vendrá al fin mañana—empezó a decir Georg—La nieve ha cancelado su vuelo y espera estar para la hora del entierro.

— ¿Viene Susanna con él? —preguntó Tom por educación.

—No, dice que no se le ha perdido nada aquí—contestó Georg carraspeando, mirando a su amigo de reojo.

—Ya—murmuró Tom.

Susanna, una fan del grupo con la que estuvo saliendo unos meses hasta que la dejó. Jamás se lo perdonó y juró no volver a poner un pie en esa casa ni volver a verle.

Lo que Tom no entendía era que hacía saliendo con Gustav sabiendo que eran amigos, era como si a pesar de odiarle con todas sus ganas quisiera estar unida a él de alguna manera posible. Fingía que lo había superado aunque en el fondo Tom pensaba que seguía sintiendo algo por él.

Jamás fue su intención hacerle daño, pero la verdad era que no la quería. Jamás quiso a ninguna de las chicas que se llevó a la cama y aunque estuvo varios meses con Susanna al final se dio cuenta que si seguían juntos más tiempo así iba a hacerle más daño y decidió cortar con ella.

Sabía que a Gustav le gustaba y meses después de su ruptura recibió una llamada suya pidiéndole permiso para salir con ella. Gustav era un buen amigo y claro que le dio permiso, Susanna no era suya y era libre de estar con quien quisiera.

—El no vendrá—dijo Georg de repente.

El. No hacía falta especificar de quien hablaba. Bill, su hermano pequeño iba a faltar al entierro de su ex productor y amante. ¿Por qué?

—Dijo que tenía trabajo—explicó Georg como si le hubiera leído la mente.

—Allá él, nadie le obliga—murmuró Tom encogiéndose de hombros.

Se terminó la sopa en silencio y sabiendo lo cansado que estaba del viaje Georg le acompaño hasta la habitación de invitados. Era la antigua habitación de Bill, que quedaba al fondo del pasillo. Estaba casi como él la había dejado, con la misma cama de metro cincuenta en medio y algunos de sus peluches que había dejado a Georg como recuerdo.

—Tienes toallas limpias sobre el lavabo—siguió explicando Georg—Y si Tomi se te mete en la cama por la noche llévale de nuevo a la suya. Debe empezar a dejar de tener miedo de la oscuridad.

Tom asintió, aunque en el fondo no lo pensaba hacer. Tomi le recordaba mucho a Bill, al igual que él de pequeño le asustaba la oscuridad y cuando no podía dormir se escabullía de su habitación y se metía en la cama con él a dormir.

Y Tomi hacía igual, Charlie le dejaba dormir con él en su cama como buen hermano mayor pero cuando estaba él de visita, era en su cama donde dormía. Y no le importaba, le abrazaba con fuerza y besaba en el pelo prometiéndole velar sus sueños.

Como hacía con Bill cuando eran pequeños…

Continuará… 

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Escritora del fandom

1 Comment

  1. El inicio de la historia es muy bueno, siento a Tom con mucha tristeza, como si todo el tiempo estuviera con depresión.
    Me hizo sentir muy triste. Ya veré más adelante cómo es Bill ya que aquí se puede ver que no tienen buen relación.
    😥😥😥😥😥 qué triste me dejó este capítulo

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